miércoles, 24 de octubre de 2007

Las Tinieblas terrenales



A veces asusta lo que los hombres son capaces de hacer para conseguir dinero. Son innumerables las escenas que la humanidad vio pasar en las que la vida vale menos que el dinero y el poder.

De Auschwitz a Campo de Mayo, el infierno también vive en la tierra. Se quiere imponer una idea, un sistema económico, un modo de vida determinado. Se destruye la vida. ¿es racional preguntarse qué lleva al asesino a matar? ¿Qué es lo que hace que un hombre torture a una embarazada? Para lograr mutilar a una chica de 16 años con una picana hace falta que ese hombre, padre de (quizás) una chica que ande por la misma edad, logre deshumanizar a su víctima. De otra manera ¿cómo podría ser verdugo de su propia hija? El infierno está dentro de los hombres.

Ya no es necesario pensar en seres superiores, seres sobre humanos, o fuerzas mágicas. Se ve día a día en cualquier contexto. La esclavitud sólo es posible cuando se vacía de contenido un concepto. “Humano”, “Persona”, “Amigo”, “Vecino” son ideas que pierden contenido para que el que somete se sienta libre para someter. La combinación de la locura y la muerte puede tomar distintas medidas. Un poco más de locura. Un poco más de muerte.

Todos los días sale a la calle un número de el diario que pago por leer. Una compañía produce 600 automóviles por día, con una proyección de 5 años. Un canal de televisión auspicia espectáculos teatrales. Un político empapela su ciudad con 20000 láminas diarias. Esto sucede todos los días. Y somos parte de ello. Porque todos los días muere un chico de desnutrición o de enfermedad. Y que esto suene trillado es funcional al sistema que produce los 600 automóviles diarios. Porque ya nos acostumbramos a vivir así. Es el triunfo del infierno en la tierra.

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