miércoles, 24 de octubre de 2007

"Demian" Herman Hesse


Las cosas que vemos son las mismas cosas que llevamos en nosotros. No hay más realidad que la que tenemos dentro. Por eso la mayoría de los seres humanos viven tan irrealmente; porque cree que las imágenes exteriores son la realidad y no permiten a su propio mundo interior manifestarse. Se puede ser muy feliz así, pero cuando se conoce lo otro, ya no se puede elegir el camino de la mayoría.

" Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía o creía saber, que una estrella no podría ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a una estrella sin esperanza; y sobre esta idea construyó todo un poema vital de renuncia y de sufrimiento silencioso y fiel que habría de purificarle y perfeccionarle. Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella. En el momento de mayor pasión dió unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella.

Las Tinieblas terrenales



A veces asusta lo que los hombres son capaces de hacer para conseguir dinero. Son innumerables las escenas que la humanidad vio pasar en las que la vida vale menos que el dinero y el poder.

De Auschwitz a Campo de Mayo, el infierno también vive en la tierra. Se quiere imponer una idea, un sistema económico, un modo de vida determinado. Se destruye la vida. ¿es racional preguntarse qué lleva al asesino a matar? ¿Qué es lo que hace que un hombre torture a una embarazada? Para lograr mutilar a una chica de 16 años con una picana hace falta que ese hombre, padre de (quizás) una chica que ande por la misma edad, logre deshumanizar a su víctima. De otra manera ¿cómo podría ser verdugo de su propia hija? El infierno está dentro de los hombres.

Ya no es necesario pensar en seres superiores, seres sobre humanos, o fuerzas mágicas. Se ve día a día en cualquier contexto. La esclavitud sólo es posible cuando se vacía de contenido un concepto. “Humano”, “Persona”, “Amigo”, “Vecino” son ideas que pierden contenido para que el que somete se sienta libre para someter. La combinación de la locura y la muerte puede tomar distintas medidas. Un poco más de locura. Un poco más de muerte.

Todos los días sale a la calle un número de el diario que pago por leer. Una compañía produce 600 automóviles por día, con una proyección de 5 años. Un canal de televisión auspicia espectáculos teatrales. Un político empapela su ciudad con 20000 láminas diarias. Esto sucede todos los días. Y somos parte de ello. Porque todos los días muere un chico de desnutrición o de enfermedad. Y que esto suene trillado es funcional al sistema que produce los 600 automóviles diarios. Porque ya nos acostumbramos a vivir así. Es el triunfo del infierno en la tierra.

Apocalypse Now - Redux




Ficha Técnica

Dirección: Francis Ford Coppola.
Año original: 1979.
Año redux: 2001.
País: USA.
Duración original: 153 min.
Duración redux: 205 min.
Intérpretes: Marlon Brando (Coronel Walter E. Kurtz), Robert Duvall (Teniente Coronel Bill Kilgore), Martin Sheen (Capitán Benjamin L. Willard), Frederic Forrest ('Chef' Jay Hicks), Albert Hall (Jefe Phillips), Sam Bottoms (Lance B. Johnson), Laurence Fishburne (Larry Fishburne), Dennis Hopper (reportero gráfico), G.D. Spradlin (Teniente General R. Corman), Harrison Ford (Coronel Lucas), Scott Glenn (Capitán Richard Colby).
Guión: John Milius y Francis Ford Coppola; basado en la novela "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad.
Producción: Francis Ford Coppola.
Música: Carmine Coppola, Francis Ford Coppola y Mickey Hart.
Fotografía: Vittorio Storaro.
Montaje: Lisa Fruchtman, Gerald B. Greenberg, Richard Marks y Walter Murch.
Diseño de producción: Dean Tavoularis.
Dirección artística: Angelo Graham.
Vestuario: Charle E. James.
Decorados: George R. Nelson.




Francis Ford Coppola – Biografía

(Detroit, EE UU, 1939) Director, guionista y productor de cine estadounidense. Hijo de una familia de emigrantes napolitanos, a los nueve años contrajo la poliomielitis, lo cual le obligó a permanecer en cama durante una larga temporada y a depender, en su primera adolescencia, de los cuidados de sus mayores. Tras graduarse en la escuela de cine de la Universidad de Los Ángeles, colaboró con Roger Corman en varias películas de terror, tarea que compatibilizó con sus primeros trabajos como director, los cuales recibieron una tibia respuesta del público y la crítica. En 1969 fundó sus propios estudios y, aquel mismo año, recibió un Oscar por su trabajo como guionista de Patton. Ello motivó que en 1972 la Paramount le encargara el guión y la dirección de El padrino, basada en la novela de Mario Puzo y galardonada con tres Oscar. Una segunda parte, rodada en 1974, cosechó idéntico éxito. No así su primer proyecto personal de cierta envergadura, Apocalypse Now, cuyo fracaso económico le obligó a rodar películas de menor presupuesto, como La ley de la calle (1983), Rebeldes (1983) o Cotton Club (1984). Posteriormente realizó una tercera parte de El padrino, en 1991, una nueva versión de Drácula (1992), Jack (1996) y The Rainmaker (1997).



Fuente: Biografías y Vidas .com, http://www.biografiasyvidas.com/biografia/c/coppola.htm, disponible el 2 de junio de 2007.



La situación presentada en la película tiene lugar en un contexto bastante complejo: la Guerra de Vietnam. Una contienda difícil para el ejército norteamericano –que de hecho terminó perdiendo- por multiples factores. Particularmente, la escena comienza a desarrollarse en Saigón, sur de Vietnam, en donde transcurren los días de Willard –Martin Sheen- a la espera de instrucciones del ejército.
La misión que le es encomendada finalmente es encontrar al coronel Kurtz –Marlon Brando- y matarlo.
En El corazón de las tinieblas, en cambio, la situación comienza en Londres, desde donde Marlow es enviado a la selva Africana como capitán de barco para una compañía.



Willard es presentado como un personaje abatido por su pasado inmediato en el frente, con la vida reducida a la milicia –la guerra causó su divorcio- y con remordimientos por sus acciones. De la misma manera, los demás soldados que tripulan la embarcación junto a él, están dotados de una compleja historia que no sólo es planteada al principio, sino que aflora constantemente. El narrador los define como “pandilleros con un pie en la tumba”. Cheff sueña con ser cocinero, Clean tiene sólo 17 años y proviene del Bronx, Lance era un famoso surfista y Phillips es el jefe de la nave. La trama los muestra como personas con principios definidos, y moviliza a pensar cómo personas de procedencias y situaciones tan diferentes se encuentran en el ejército y respetan un código de honor y logran una química alguna especie de amistad que debe enfrentarse diariamente al riesgo de la muerte –esto se repite en todas las batallas, en donde los soldados enviados al frente son inexpertos y tienen un pasado que no se relaciona en absoluto con las armas. Un ejemplo extremo de esto se vivió en el ejército argentino en la guerra de Malvinas-. Aunque la tripulación está comandada por Phillips, la misión (que como es secreta sólo Willard la conoce) es conducida por Willard.



La música es un punto importante que conduce las ideas que son contadas por la película. La obra de The Doors es utilizada usualmente para definir momentos de locura, de extremos, de desenfreno; no sólo por la textura y el estilo con los que fueron compuestas las canciones, sino que también es importante la historia de la banda y principalmente de la figura de Jim Morrison (conocido por su estado de éxtasis en los recitales, por su vida fuertemente relacionada con las drogas).



THE END (EL FIN)

- Extracto
Este es el fin, bello amigo 

Este es el fin, mi único amigo, el fin 

De nuestros elaborados planes, el fin 

De todo lo que se tenga en pie, el fin 

Sin seguridad o sorpresa, el fin 

Yo nunca mirare dentro de tus ojos 

Otra vez 



Puedes hacerte una idea de lo que será 

Tan ilimitado y libre 

Desesperadamente necesitado 

De la mano de algún extraño 

En una tierra desesperada 


Perdido en una Romana tierra salvaje de dolor 

Y todos los niños están locos 

Todos los niños están locos 

Esperando a la lluvia de verano 


Hay peligro en el borde del pueblo 

Pasa por la autopista del rey, nena 

Extrañas escenas dentro de la mina de oro 

Pasa por la autopista del oeste, nena 

Monta la serpiente 

Monta la serpiente, hacia el lago, el antiguo lago, nena 

La serpiente es larga siete millas 
Monta la serpiente 

Es vieja y su piel es fría 



(…)

Este es el fin, bello amigo 

ste es el fin, mi único amigo, el fin 

Duele dejarte libre 

Pero nunca me seguirás 

El fin de la risa y las mentiras suaves 

El fin de la noche nosotros intentamos morir 

Este es el fin.

Según se puede leer en este extracto de la letra de “The End”, la relación con los momentos culminantes de la película es muy estrecha. Se puede sentir una combinación de depresión y conformidad con la locura y la muerte, tal como se lo ve a Willard al comenzar la película. Otro momento en el que esta canción resuena fuertemente es en los últimos minutos, en donde estos dos factores –la locura y la muerte- vuelven a relacionarse y a definir al personaje y a la historia en sí.




La guerra en sí misma es presentada como una condensación de estos dos conceptos, y dentro de ella todos los personajes tienen una gran cercanía a ambos.



En el caso de Wagner, “La cabalgata de las walkirias” también se ven relacionados los dos mismos conceptos. Si buscaramos en la historia, encontraríamos numerosos casos en los que un ejército avance con música. Según mencionó el coronel Kilgore, utilizan a Wagner para que el enemigo tenga miedo. Esta decisión particular de librar una guerra psicológica –concepto también nombrado por Kilgore- utilizando el miedo de personas atacadas por el ejército enemigo es una conexión bastante clara entre la locura y la muerte. Se sabe que en la segunda guerra mundial, el ejército alemán reproducía “La cabalgata de las walkirias” en la misma actitud ofensiva. Probablemente haya una relación con Hitler realmente establecida por Coppola.





Las walkirias, en la mitología nórdica, eran doce diosas guerreras que decidían el resultado de las batallas y escogían a los héroes de guerra para que vivan en el wahlalla, la morada de los dioses.






El helicóptero que transporta al coronel Kilgore mostraba en la trompa la inscripción “death from above” (“la muerte desde arriba”). Esto resume bastante el rol del coronel en la historia, y otra combinación de los conceptos antes planteados. Kilgore es el capitán de un comando aéreo. Esto se plantea en la película como el dominio de una capacidad tecnológica que representa una superioridad frente al enemigo. Y así es presentado a Kilgore. Su expresión por momentos soberbia es producida por su actitud constante de superioridad. Planteada como expresión de su locura, la actitud del coronel frente a bombardeos o tiroteos es inmutable. Además, parece estar únicamente preocupado por ver surfear a Lance, aunque estén en medio de un combate. Este personaje hace repensar el concepto de locura cuando está inserto en la guerra, y entender a Kurtz y a los planteos sobre su persona de una manera distinta.




Esta expresión de algo que resulta ser el “arte de matar”, es perfectamente ejemplificable con el caso de Gabriel Novaro, el abogado que se atrincheró en su casa en Barrio Parque. Aseguraba ser un tirador innato y que poseía un arsenal en su casa para satisfacción personal.




Las relaciones entre el libro y la película se dan constantemente.
“Con razón Kurtz llenó a su comado de hierbas. La guerra estaba dirigida por un montón de payasos que terminarían dejando el circo atrás.” Con este parlamento de Willard-narrador, establecemos un vínculo enunciado entre la trama de ambas obras. En este caso, se refería a la dirigencia del ejército norteamericano, de quienes recibían órdenes. Esto mismo se puede ver en el libro, en donde la avaricia permite que cualquier cosa sea hecha con el afán de ganar dinero –la compañía para la que trabaja Marlow-.



Por su parte, el fotógrafo, cumple el rol del ruso en El corazón de las tinieblas, al plantear más enigmas alrededor de la figura de Kurtz. Para el fotógrafo, hay algo superior en Kurtz, algo respetable, y lo plantea como la suma de la inteligencia, de la elocuencia, y también del peligro y la muerte. Así plantea a Kurtz, muy alterado, el ruso.


Willard mata a Kurtz. En cierto sentido, esto se da también en la novela. Dar muerte a Kurtz no fue otra cosa sino hacer lo que él esperaba que haga, lo que estaba esperando. Fue acompañarlo sin importar que su función siempre había sido esa. Terminar con la existencia material de Kurtz para rescatar únicamente lo venerable. Lo menciona al principio de la película. Su rol es cuidar la memoria de Kurtz. Y también expresa la relación fuerte que tendrán: “no hay manera de contar la historia de Kurtz sin contar la mía. Y si su historia es una confesión, también lo es la mía”. Esta presentación logra vincular el desenlace de la película con el desenlace del libro –la relación con la persona de Kurtz que Marlow creía que lo llevaría también a él a la muerte-, resaltando exactamente la misma frase final (de la vida de Kurtz) en ambas obras: “El horror… El Horror”.